
Las adicciones y el confinamiento
Ayer me preguntaba una alumna de uno de los másteres que dirijo en la Universidad de Salamanca (en este caso el de adiciones), que ¿cómo estaría operando el negocio? Se planteaba que, para conseguir la sustancia se debe salir de casa, el traslado de la droga y demás. Y, en su inocencia pensaba que entendería que un camello no quisiera arriesgarse, pero claro el negocio es el negocio…
¿Os habéis planteado cómo impacta el confinamiento sobre personas con problemas de adicción con o sin sustancia? ¿cómo están manejando el craving? ¿o por qué otras sustancias habrán sustituido la droga habitual de consumo? Incluso, ¿habrá desarrollado otro tipo de adicción?
Nada más lejos de la realidad amigos, como me decía hace dos o tres semanas otro paciente (y después de tanto tiempo de trabajo juntos, ya amigo) el negocio no tiene escrúpulos, hay personas (a veces taxistas) que les llamas y te traen el pollo a casa. A veces te incrementan el precio del gramo; otras veces vienen a casa, le tiras la tarjeta de crédito por la ventana y ellos se encargan del resto…
Otro día hablaremos de las adicciones comportamentales (las que se denominan “sin sustancia”, y veremos cómo han ido aumentando exponencialmente conforme van pasando los días de aislamiento), hoy me quiero referir al efecto nocivo del confinamiento en la persona que está en activo (consumiendo), de los soldados como dicen ellos (para diferenciarse del resto de la población que no consumimos, los civiles). Pero hoy me quiero referir específicamente a esas personas con problemas de abuso de sustancias que están intentando dejarlo.
Los procesos terapéuticos conllevan dos fases bien diferenciadas, una es la desintoxicación (en poco más de un mes abstinente ya lo hemos conseguido) y, otra es la deshabituación. Esta segunda fase es la más complicada y larga.
A mis pacientes les explico que no son dependientes de las drogas solamente (drogodependientes), lo son también del placer, del riesgo, del morbo por hacer cosas prohibidas… al final somos esclavos de neurotransmisores como la dopamina, serotonina, adrenalina… que se fijan en el cerebro cuando hacemos algo que nos proporciona placer, felicidad, riesgo, sensación de peligro o amenaza, etc. ¿os hacéis una idea de las sensaciones de placer, felicidad, morbo, riesgo, etc. que experimentan estos enfermos cuando van a “pillar”? o de la intensidad de esas emociones cuando ya tienen el gramo en sus bolsillos o en las manos? y, ¿de camino a casa, mientras van pensando y anticipando el consumo?
No sabemos muy bien todavía la forma en que funciona nuestro cerebro, pero parece que, al cerebro de un adicto, las drogas le afectan de tal forma que solo percibe y memoriza los efectos positivos de un nuevo consumo (bajo la cruel esperanza de que será el último…). Sus procesos de percepción, motivación y razonamiento están tan afectados, que se han adaptado a una forma de vida condicionada por la necesidad y la satisfacción inmediata, por el placer inmediato, por la incapacidad por o para posponer la gratificación inmediata (lo quiero y lo quiero ya y ahora). De tal forma que su inconsciente generará pensamientos, sentimientos, emociones y comportamientos que les acerquen “sin querer” a nuevos consumos.
Con estos planteamientos, mi querida alumna, ¿cómo podemos creer que nuestros pacientes toxicómanos puedan controlar sus consumos porque determinadas autoridades sanitarias hayan decretado un confinamiento de 4 semanas? Date cuenta estimada alumna, que hasta los procesos cognitivos implicados en la memoria están afectados, y, a la hora de tomar decisiones (por ejemplo, salgo o no a buscar mi sustancia, a buscar esa sustancia que tanta falta me hace…), el cerebro de un adicto solo selecciona imágenes, recuerdos agradables de los últimos consumos, nunca de las consecuencias negativas de los mismos.
Lo creas o no, estas personas, enfermos, son como tú y yo, solo que a muchos de ellos alguien les dijo en su momento que no servían para nada, alguien (ese padre o madre incapaz) les convenció de su inutilidad, idiotez o estupidez, y lo han registrado a un nivel tan profundo de su débil autoestima, que no se pararán nunca a replanteárselo… En ese camino se encuentran con las drogas, con otro tipo de gente, con una sustancia que les hace cambiar de autoimagen, que les hace sentir Dios… a modo de camino fácil que alivia sus sufrimientos y les permite adoptar (a modo de máscara, otra personalidad…) un personaje que justifica su falta de valor (acentuando así de nuevo el ciclo de otro consumo y, acercándose a esa fase de consumo descontrolado). Es el típico victimilla (aunque ya sé que no les gusta que les llame de esa forma), que como todo me va mal, cómo no voy a consumir con la vida de mierda que llevo. Se trata de esa culpa social con la que se descargan, atribuyendo a otros la culpa de sus consumos y, evitando así asumir consecuencias de sus comportamientos.
Los demás lo verán como mala suerte, cadena de conductas negativas que les ha llevado a esa forma de vida… ellos saben muy bien que es cobardía, miedo a vivir, y punto. Se mueren de miedo solo de pensar en tener que pelear, en seguir una vida normalizada, en asumir responsabilidades, madurar, fracasar, no llegar, fallar, respetar unas normas (ahora de confinamiento…).
Esto acentúa su sentimiento de inutilidad, que solo sirven para drogarse y romper la vida de quienes le rodean. Tienen la excusa perfecta para no cambiar, para no asumir responsabilidades y no afrontar sus miedos. Años de huida de sí mismos. Te imaginas querida alumna lo duro que tiene que ser huir de ti misma durante años, ¿hacia dónde correrías?
Nos es el momento para ellos de cambiar de táctica de evasión, la ansiedad les puede, los miedos a otro fracaso les superan. No se dan las condiciones adecuadas para cambiar. ¿Lo entiendes? Ya está ya tenemos la justificación perfecta para no cambiar, para seguir consumiendo y ahora, además como no les dejamos ir a comprar las drogas que necesitan, les hacemos sentir perseguidos, que la sociedad, el mundo está contra ellos, hasta el COVI-19 se alinea con su mala suerte para añadirles más dificultades, por si no tuvieran ya suficientes… Todo contribuye a reforzar ese sentimiento de impotencia, inutilidad y victimismo.
Hoy es 2 de abril, estamos en Villamayor, en el vigésimo día del confinamiento, un poco de miedo y un poco de esperanza, buena mezcla, pero no olvides este lema #Quédate en casa, no sólo por tu bien, sino por el de todos. No obstante, si te tienes problemas de consumo de drogas, te recomendamos que consultes a un psicólogo. Las adicciones son un problema que tiene solución, no tienes por qué continuar arrastrando esa pesada carga.
Recuerda que en el Bufete Marcos Iglesias tendrás la opción de consulta de psicólogo especialista, podemos ayudarte ya sea por teléfono, WhatsApp, videollamada o Skype. Estamos cerca de ti.
Firmado Dr. José Antonio Martín Herrero
Psicólogo clínico
Profesor